dilluns, 11 d’agost del 2014

Pan para hoy, hambre para mañana.

A lo largo de mi carrera como profesional de la asistencia a terapeutas (como secretaria), he podido comprobar la ansiedad que muchos sufren para "no dejar escapar" a algún cliente si no se les ha podido atender. 
Puedo comprender esa ansiedad, pero también he podido observar que esa actitud a medio plazo es más que nociva. Y es nociva no sólo para el terapeuta sino también (y sobretodo) para el paciente. 
La terapia no solamente comienza en cuanto se entra por la puerta del local donde se le asistirá de un modo físico, sino también cuando se está fuera de él.
Una agenda repleta durante días, sin dejar espacio a las posibles urgencias, es un mal "negocio". Y más si esto es lo que ocurre día sí y día también.

Las razones son las siguientes:

  • Si un paciente llama a la secretaria y esta no le puede ofrecer ni la posibilidad de que a la que haya una anulación se pondrá en contacto con él para concertarle una visita, el paciente buscará otras vías para que se solucione el problema y buscará a otros profesionales. Resultado: el paciente no confía y se acaba perdiendo.
  • Si el paciente observa que la atención del terapeuta va menguando a medida que le va creciendo la "saturación" de la agenda, puede pensar "quién mucho abarca, poco aprieta", acabará por desconfiar, y buscará a otro profesional. Estamos hablando de que esto no es una "fábrica" sino una atención personalizada. El paciente paga por ello y a ello nos debemos.
  • El terapeuta debe educar al paciente. La responsabilidad de la salud es suya (del paciente). El terapeuta tiene unas herramientas muy valiosas y es responsable del uso de estas, así como de buscar las mejores para que el resultado de la terapia sea óptimo. Hay personas que se convierten en "dependientes" de la terapia y es función del terapeuta "aleccionar" al paciente y hacerle entender de que esa actitud es nociva. Es de ese modo en que se crearán relaciones sanas entre paciente y terapeuta, teniendo la sensación de "crear equipo", a la vez que se convierte en una persona de confianza por el trato entre adultos.
  • En un centro multidisciplinar si un terapeuta trabaja con otros profesionales que complementan su labor debe confiar en ellos. La razón es que si su agenda está repleta ese día en concreto (exceso de urgencias, por ejemplo), si el mismo terapeuta le ofrece la posibilidad de ser atendido por otro profesional de su confianza (o en su defecto, la secretaria siempre que esté bajo supervisión), el paciente además de agradecido, ampliará la confianza en otro profesional recomendado por su terapeuta de siempre que es de su máxima confianza. Ahí es donde empieza el gratificante camino del trabajo multidisciplinar, amplitud de miras y posibilidad de aprendizaje por parte de los terapeutas. Pero para ello es necesario reconocer con humildad que la terapia que se practica tiene un límite (como todas) y que es necesario el trabajo en equipo para que al paciente se le ofrezca la solución más efectiva.
  • Y ya ni qué decir sobre la salud física y emocional del terapeuta. Este también es persona y por ello, responsable de su salud. 
Saludos y feliz recta final de verano,

Noemí